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Evanescencia

 
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Autor Mensaje
Villarín



Registrado: 13 Abr 2007
Mensajes: 449

MensajePublicado: Jue Sep 06, 2007 12:52 pm    Ttulo del mensaje: Evanescencia Responder citando

En temas de filosofía (y mutatis mutandis, en otros, con pretensión científica, no así en la poesía, en la que, a mi juicio, rige absoluta libertad de forma y fondo), no me agradan los conferenciantes opacos, crípticos e ininteligibles, que, con petulancia iconoclasta convierten su disertación en rompecabezas, en acertijo, en oscuridad inasequible; reclamo la claridad expositiva, la precisión conceptual, la madurez de juicio; sólo así se descubre la auténtica significación del logos. Algunos de aquéllos, muy pocos, aún hoy juegan a la metáfora impenetrable, a la dialéctica erística, a la pura nadería. Vigor en la elocuencia, sí; erudición, sí; teoría, también; pero con la cortesía de la claridad, aunque el sol esté oculto detrás de las pálidas montañas. Entiéndaseme bien; no digo que las altas cordilleras de la filosofía, incluso entre la gente culta no especialista, se puedan atravesar sin botella de oxigeno que allane el esfuerzo, empero, al menos sí se debe esperar que el guía de la expedición conozca la ruta, y no se pierda –y nos pierda, en fastidio ajeno- entre la voluptuosa niebla de la huera retórica, al discurrir; pues, en ese caso, antes que asistir a tal conferencia, prefiero la audaz palabra de la sangre de tinto, la espléndida belleza del alzado porrón, en la dulce charla, sin idea fija, entre amigos, al expirar la risueña tarde o el fin de la jornada.



EVANESCENCIA

No recuerdo, la verdad, qué dijo,
aquel poeta secreto, con sueños de filósofo,
en su honda pose, ante el público.

Sed de heterodoxia y afán de expresarla;
disidencia absoluta, con halo de glamour mediático;
eso vi, mas no recuerdo, la verdad, qué dijo.

Preciosismo efectista, grandilocuente magia,
multicolor orfebrería bizantina, incluso pedante;
eso vi, mas no recuerdo, la verdad, qué dijo.

De su laberíntica esencia no descubrí nada,
porque su hondura, de asombrosa fuga,
resultó incompatible con la sencillez,
y no recuerdo, la verdad, qué dijo.

Le daré una segunda oportunidad al artista,
a ver si capto el rasgo y rango de su contribución,
pues no recuerdo, la verdad, qué dijo,
con tanta palabra ornada y ufana en el vacío,
que a la razón no alumbra ni al corazón ensancha.

En fin, lo digo y lo repito; yo reivindico la inefable delicia
de las tersas palabras: rosa, casa, surco, sombra, viento, nada…
de intensa claridad total, de profunda alma, de floración sin tedio;
luminosas palabras que todos conocemos, necios y sabios, de corrido.

Villarín
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Yosco



Registrado: 14 Abr 2007
Mensajes: 2225
Ubicacin: Leioa (Vizcaya)

MensajePublicado: Jue Sep 06, 2007 8:01 pm    Ttulo del mensaje: Responder citando

Evanescencia.
...
En fin, lo digo y lo repito; yo reivindico la inefable delicia
de las tersas palabras: rosa, casa, surco, sombra, viento, nada…
de intensa claridad total, de profunda alma, de floración sin tedio;
luminosas palabras que todos conocemos, necios y sabios, de corrido
.



Caro Villarín, es un placer y un lujo contar con tus versos en esta sección y subrayo la manera tan acertada de dar cierre al poema como puede leerse, en el que sugieres que la belleza se encuentra en lo cotidiano y sus nombres, cuando son traidos de forma directa para que de forma directa brote el sentimiento, la emoción, que todo poema nos trae junto a otras inquietudes. Que la poesía no es un acertijo, un enrevesado laberinto de mensajes ocultos, sino algo más directo y claro, tal que el agua que aflora en fuente y nos refresca los mediodías de agosto.

Salud.
_________________
Bitácora LUCERNARIOS:
Acerca de la luz por la poesía.

.
Bitácora ÍnsuLa CerBantaria


Ultima edicin por Yosco el Jue Dic 07, 2023 5:29 pm; editado 1 vez
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Villarín



Registrado: 13 Abr 2007
Mensajes: 449

MensajePublicado: Lun Nov 27, 2023 2:30 pm    Ttulo del mensaje: Responder citando

La filosofía farragosa y oscura

Un paradigma de esto es Heidegger, de copioso prestigio y de difícil lectura por lo abstruso de su estilo, quien, en su obra capital Ser y Tiempo, de hermético discurso y, según dicen, de mérito inmortal, define el ser, así: “el ser es ello mismo”, y, en cuanto al tiempo dice que es “la maduración de la temporalidad”. ¿Qué es esto? ¿Originalidad y profundidad? ¿Castillos en el aire? ¿Rizar el rizo? ¿Volutas filosóficas? ¿Filosofía irrelevante? ¿Naderías? Las ideas deben ser transparentemente expresadas. Si piensas claro, escribes claro, y este es un juicio difícil de refutar. Empero a este reconocido filósofo, algunos intelectuales lo han encontrado genial, pese a que se le resiste la claridad expositiva, que no debería ser incompatible con la eficacia expresiva. Verbigracia, para George Steiner, Heidegger es “un titán de la filosofía. Un gigante”, y, añade, que no se imaginaba su existencia sin Ser y Tiempo. Por el contrario, con nada de entusiasmo, entre más, Bertrand Russell y Mario Bunge, que piensan que la obra mencionada de Heidegger, es irrelevante.

A veces, creo que algunos filósofos juegan con las palabras y nos toman el pelo. Hay otras formas de expresar lo esencial de las cosas: con claridad, orden, profundidad y armonía, que es lo que puede y debe ser, según la limpia razón literaria. Lo incomprensible no es profundo, sino inútil. Hay autores que escriben de forma complicada, con escritura críptica y difícilmente comprensible; son de un oscuro excesivo, inescrutable, quizá creyendo que lo inteligible les prestigia y sientan fama de sabios, aunque lo que dicen sea cosa menor. La imprecisión tampoco es testimonio de algo profundo. El significado exacto de las palabras nunca es un escollo para la profundidad. La profundidad no puede confundirse con la oscuridad.

Aunque no tengo la pretensión de hacerme pasar por filósofo, ni de lejos, como lector que aspira a entender algo de lo que se escribe como quehacer filosófico, considero que en la rama metafísica hay mucha quincallería verbal y, pienso que quizá tuviera razón A. J. Ayer, cuando dijo: “La metafísica, cualquiera que sea, es una tontería y Heidegger o Derrida, reconocidos filósofos del siglo XX, son unos vulgares charlatanes”. En general, me gusta la claridad y las descripciones, que el lector vea las cosas (la razón es narrativa), y, en particular, me desorientan las opacas abstracciones de la filosofía ontológica, o de la filosofía apodíctica, no adecuadamente argumentada. Sé que la filosofía nada va a esclarecer definitivamente, pero lo que espero de cualquier pensador que escribe, son claros, claros en su intento de poner de manifiesto la verdad posible de aquello que medite, sea filosofía sustantiva o adjetiva. El Heidegger de la mística del ser, no tuvo la virtud de la claridad y sí mucha retórica alemana, país en donde el esoterismo en filosofía, se ve como una hazaña.

Los libros deben ser legibles, no enrevesados y oscuros. Mi primer conocimiento con la obra de Heidegger fue a través del libro titulado Heidegger, escrito por René Schérer y Arion Lothar Kelkel, en traducción de Bartolomé Parera Galmes, publicado por Edadf, 1975; años después quise seguir con el libro de José Gaos, Introducción a El Ser y El Tiempo de Martin Heidegger, editado por Fondo de Cultura Económica, reimpresión de 1986, y al poco lo dejé, al ver que para mí no era un libro legible, pero, de su ojeo, empero, me atrajo el vértigo de lo incomprensible y decidí conocer algo más de la escritura heideggeriana, leyendo Hölderlin y la esencia de la poesía, conferencia de Heidegger en Roma, pronunciada en 1936, con edición, traducción, comentarios y prólogo de Juan David García Bacca, libro publicado por Anthropos, 1989, del que me gustó, sobre todo, lo escrito por García Bacca; a partir de estas primeras lecturas, por curiosidad proseguí con Identidad y Diferencia (edición bilingüe, con traducción de H. Cortés y Arturo Leyte, publicado por editorial Anthropos,1988), y, ni a rastras pude con Conceptos fundamentales (curso del semestre de verano, Friburgo, 1941), publicado por Alianza Editorial, 1989; libros que obran en mi biblioteca; posteriormente, leí el libro de Víctor Farías, Heidegger y el Nazismo, publicado en Muchnik Editores, 1989, conociendo algo mejor la biografía y la conciencia moral individual de Heidegger.

Más tarde, en 1992, en La Pola, en agosto, en ejercicio de voluntad y desafío propio, leí con intención de esmero Ser y Tiempo, en la traducción de Gaos, siendo para mí esa lectura de escaso entendimiento y provecho; fue como roer el cuerno de una vaca, me gasté los dientes de la miente, rumiando el texto, sin sacar ningún jugo nutricio, más allá de pequeñas cosas; en parte, seguro, que por mis limitaciones de preparación filosófica y por los límites de mi capacidad, pero, también, creo, por las formas de un lenguaje codificado, a veces, arbitrariamente deformante y, en conjunto, de tejido mal cosido, que me dificultó la interpretación y comprensión del discurso, que no pude asimilar adecuadamente.

Los presuntuosos excesos verbales y el contenido de abstracciones llenas de aire, sin el preciso sentido de sus significaciones, que no acaban de explicitarse en su modo de expresión preciso, me abocaron al fracaso. Heidegger, con su terminología constructora, de léxico enrevesado y difícil, no es claro ni en el razonamiento ni en las expresiones ni en el estilo y, por ende, poco quedó a mi vista desvelado; mi entendimiento, inaccesible al distorsionado lenguaje, no entendió lo que estaba leyendo, y lo poco que entendió, no le gusto.

Sé que a menudo la filosofía se hace con palabras y lenguaje no corriente, pero hay filósofos a los que da gusto leer, por la claridad reflexiva y belleza de su escritura, como a Ortega y Gasset, y hay otros que, con esa manera críptica de hacer filosofía, un fin en sí mismo, el ser en sí de la filosofía, palidece; este modo de filosofar, quizá no sea una buena manera de hacer filosofía, si se quiere hacer comprensible su sentido y significación. Desde luego, yo no estoy entre los lectores que comprenden ese mítico libro, que a muchos les parece admirable.

Villarín
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