Comarca de Gordón

[Villarín]

DON AUDELINO GONZ�LEZ VILLA: VETERINARIO DE LA POLA, ESTUDIOSO DE LAS SAGRADAS ESCRITURAS, Y GRAN COLECCIONISTA DE BIBLIAS, M�S DE 15.000 MIL (I)

Hoy os voy a hablar de un hombre sorpresa, para mí. Cuando lo conocí, con recuerdo efectivo de su persona, era la época de finales de los años cincuenta, primeros de los sesenta, sin que pueda determinar más; él acaso ya frisaba los sesenta años, y yo era un niño de seis o siete años. Estoy refiriéndome a don Audelino González, que fue durante muchos años, a partir de 1951 y hasta su jubilación (murió a los 83 años, el día 4 de noviembre de 1984), el veterinario de La Pola de Gordón, aquel señor al que mi madre llevaba en el mes de noviembre de cada año y yo la acompañaba, las muestras de “la matanza� que hacíamos en casa, para analizar la sanidad de los animales sacrificados; durante años matábamos un cerdo, a veces, también ovejas y castrones. Una vez que mis padres sacrificaban los animales, y con la mayor naturalidad hacían las oportunas trazas sobre éstos, y acreditada la sanidad de los mismos, en casa se procedía a hacer los chorizos, las morcillas, a embutir los lomos, etc., y los jamones y paletillas se salaban y posteriormente se curaban con humo de leña de roble y, llegado el momento, se oreaban; lo típico de la matanza tradicional leonesa.

(...)

El veterinario, durante algún tiempo tuvo su despacho y laboratorio muy cerca de mi casa (a unos 50 metros), en la calle de La Cuesta, hoy calle del Poeta Eduardo �lvarez; después se estableció en algún piso de la casa que denominamos ordinariamente, para entendernos, de Parrado, si no recuerdo mal. En 1970 partí para Madrid, y ya nunca supe de don Audelino, hasta que muchos años después, en el Diario de León del día 6 de agosto de 2000, me encontré con dos páginas enteras (14 y 15), de la Revista de dicho periódico, que conservo, dedicadas a glosar su figura, dando razón de su vida y avatares, con 6 fotografías, y texto que firma Miguel �ngel NEPOMUCENO, y que lleva por título general: EL HOMBRE QUE AMABA LA BIBL�A.

Yo ignoraba todo lo que a continuación trascribo, sobre su vida e itinerario espiritual, y suponiendo que quizá muchos de vosotros lo desconocéis también, me ha parecido oportuno rescatar el trabajo de Nepomuceno, que nos permite acercarnos a la figura relevante de don Audelino González que, aunque no fuera nativo de Gordón fue un hombre bueno que vivió muchos años entre los gordoneses, cuidando directamente de la sanidad de nuestros animales y, al cabo, de nuestra salud. Por ello merece nuestro recuerdo y gratitud, en estas páginas del Foro de Gordón.

En el referido trabajo, se dice, y así comienzo la transcripción, que: “Sesenta años son muchos para dedicarlos al estudio de cualquier disciplina y mucho más si, como en el caso que nos ocupa, están dirigidos a difundir la palabra de Dios, al estudio de la Biblia y a reunir en su extensa biblioteca todas las ediciones posibles en cualquier idioma y época del libro de los libros.

�Para Audelino González, aquel veterinario leonés, culto y devoto que le gustaba jugar al escondite con la eternidad, significó algo más que un hobby vocacional para el que había nacido, fue el descubrimiento de un mundo nuevo lleno de sugerencias y sabiduría.

�A lo largo de sus 83 años de vida, de una vida llena de sacrificios –fue encarcelado y depurado por militante activo de la Iglesia Evangélica-, de renuncias y de amor hacia los demás, el predicador del Puente de Villarente curó no sólo almas enfermas sino cuerpos destrozados de animales y de personas que sin su ayuda hubieran fallecido entre grandes sufrimientos. Casado con Abigail Vidal en 1927 con la que tuvo cinco hijos, la boda se celebró en el Consistorio viejo, siendo la primera unión que se celebraba en León por lo civil.

�Admirado y querido por aquellos que lo trataron asiduamente como Justino de Azcárate, Miguel de Unamuno, Félix Gordón Ordás o Benito Pérez Galdós que le dedicaron algunas de sus obras más significativas, su fama como veterinario, pero sobre todo como bibliófilo, traspasó las fronteras de su ciudad y provincia para entrar a formar parte de un selecto grupo de coleccionistas de libros específicamente dedicados a una materia como es la Biblia en general y los temas hebreos y judíos en particular, de los que llegó a ser una autoridad mundial, reuniendo en su selecta biblioteca más de 15.000 ejemplares, mil de los cuales eran Biblias editadas en las más variadas lenguas, épocas y escritas por las manos más controvertidas. Ejemplares únicos de valor incalculable como la famosa Biblia del Oso de 1569; la primera traducción de las Sagradas Escrituras realizadas al castellano por Casidoro de Reyna; la Biblia de Ferrara de 1533, que es la primera traducción al español llevada a cabo por un judío llamado Abraham Usque, cuya familia procedía de Zamora, o la más apreciada por el ilustre veterinario, la del padre Petit de 1756, se aprieta aún en su valiosa biblioteca bajo el delicado cuidado de sus dos hijas Lydia y Elena quienes en unión de sus otros hermanos Rodolfo y Alfredo son los que han mantenido vivo ese impresionante legado de sabiduría y fe".

Los capítulos restantes serán los siguientes: LAS BIBLIAS DEL EXILIO (II), LA BIBLIA DE LA LUPA (III) y, finalmente, UNA VIDA CONSAGRADA AL ESTUDIO (y IV).

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DON AUDELINO GONZ�LEZ VILLA: VETERINARIO DE LA POLA, ESTUDIOSO DE LAS SAGRADAS ESCRITURAS, Y GRAN COLECCIONISTA DE BIBLIAS (II)

En el aludido trabajo periodístico de Miguel �ngel NEPOMUCENO, sobre Audelino González, aparecido en el Diario de León del día 6 de agosto de 2000, con el título: EL HOMBRE QUE AMABA LA BIBLIA, se continúa con un epígrafe que su autor rotula: LAS BIBLIAS DEL EXILIO y dice así:

“La Biblia nunca ha sido lectura habitual de los hogares españoles especialmente desde que los Reyes Católicos prohibieron traducir al castellano los textos sagrados, hecho que se reafirmó de modo tajante con el Concilio de Trento. Tuvieron que pasar dos siglos largos hasta que en 1756 el Papa Pablo VI levantase la prohibición eclesial y se volviera a traducir a las lenguas vernáculas los textos sagrados.

”Numerosas de estas versiones están hoy perdidas o en camino de desaparición pero algunos de sus ejemplares aún se pueden admirar en museos, bibliotecas o colecciones privadas como la de Audelino González, que gracias a sus hijos y, en el caso que nos ocupa, a su hijo mayor Rodolfo, exponen con orgullo, desde hace años, por algunas de las más importantes ciudades españolas. En 1979 fue San Sebastián, en la I Semana de la Biblia, la que acogió la segunda muestra de estos valiosos libros; en 1981 la fundación Reina Valera de Sevilla incluyó varios de estos ejemplares en su exposición; en 1982 fue Salamanca la que acogió otra de estas muestras. En 1985, un año después de la muerte de Audelino, de nuevo en la IV Semana de la Biblia se le rindió un merecido homenaje a la vez que se exhibían algunos de los ejemplares más valiosos de su colección. La capital leonesa acogió una muestra de esta valiosa colección durante la semana dedicada a la Cultura Judía que tuvo lugar en el Centro Cultural Pallarés entre los días 23 al 28 de abril de 1990. En 1992 Pontevedra fue escenario de otra de estas magníficas exposiciones y, recientemente, en marzo de este año [2000] Valladolid y dos meses después La Coruña, fueron las sedes de una de la exposiciones más atractivas del legado de Audelino, la que llevaba por título Biblias españolas en el exilio y que reunía 128 volúmenes entresacados de los más de 15.000 que consta su extensa colección. Del exilio porque, en palabras de Jiménez Lozano en el catálogo de presentación, “buena parte del material expuesto y su significación muy especial responden efectivamente a una, durante mucho tiempo, constante condición de la Biblia en romance: está impresa fuera del país, se busca y se encuentra de modo clandestino, o en todo caso está exiliada o es marginal de la “doxa” y de la cultura triunfante en España, es decir en el ámbito de catolicismo, en “tiempos recios”.

”Rodolfo, el hijo mayor de Audelino y director de la exposición vallisoletana, sonríe cuando dice que “los libros en general y los sagrados en particular, cambiaron la vida de mi padre, haciendo de él una persona entregada a la búsqueda de ejemplares únicos o de versiones concretas con las que enriquecer y completar su biblioteca. No escatimaba tiempo ni dinero cuando se trataba de conseguir uno de estos valiosos tesoros bibliográficos, algunos de los cuales adquiría en el extranjero por medio de amistades o por contactos con librerías de lance de las que era asiduo cliente”.

”Entre los ejemplares más curiosos que se pudieron contemplar en esta exposición [de Valladolid] se encontraban, además de la famosa Biblia del Oso, de la que la familia González posee dos ejemplares de los 2063 que constaba la primera edición de Basilea de 1569, la de Ferrara de 1533, el Nuevo Testamento de Cipriano de Valera de 1596 o la Biblia de Amstendarm de 1602, otros ejemplares de cariz distinto aunque siempre relacionado con los textos sagrados como los Evangelios que Fraga Iribarne, el ministro franquista, hizo editar en castellano, francés y alemán, con el fin de colocarla en los paradores nacionales. Una traducción del Cantar de los Cantares realizada por Fray Luis de León, que le valió en proceso inquisitorial, o una curiosa Biblia en “cheli” que, en palabra de Rodolfo, “no es muy exacta ni fiel con las Escrituras”.

Fin de capítulo (II). Los restantes capítulos serán los siguientes: LA BIBLIA DE LA LUPA (III) y, finalmente, UNA VIDA CONSAGRADA AL ESTUDIO (y IV).

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DON AUDELINO GONZ�LEZ VILLA: VETERINARIO DE LA POLA, ESTUDIOSO DE LAS SAGRADAS ESCRITURAS, Y GRAN COLECCIONISTA DE BIBLIAS (III)

LA BIBLIA DE LA LUPA. “Pero quizás el ejemplar más curioso de la exposición [vallisoletana], que no el más valioso, sea una diminuta Biblia del tamaño de una caja de cerillas que se encuentra colocada sobre un pequeñísimo facistol, atada con una cadena de igual tamaño “para que no la roben, dice Lidia. Se trata de la Biblia del Rey Jaime y mi padre se la encargó a un amigo en 1926 para que la adquiriera en Inglaterra. No se sabe cuanto costó porque el que se la trajo no le cobró nada por ella. Más tarde mi padre quiso conseguir otra pero fue imposible. Está en inglés y se necesita la lupa que tiene en su misma solapa para poder leerla. Le falta la primera hoja porque uno de mis sobrinos la perdió cuando era niño y ha sido imposible recuperarla a pesar de los muchos esfuerzos realizados”.

Otros ejemplares que atesora la imponente biblioteca de González Villa son la historia de los reformistas españoles de Luis Usoz del Río que contiene obras de Pineda, Valdés, Carrascón, etc… El Evangelio según San Lucas de Jorge Borrow de 1837, de la versión de Scio [de] San Miguel en romaní, el empleado por los gitanos en España, otro en edición de Luis Luciano Bonaparte, sobrino del emperador, la Biblia de la Casa de Alba llevada a cabo por miembros de la Escuela de Toledo, una edición de El Libro de Job, realizada por el que fuera obispo de León F. J. Caminero en 1880 y la del obispo de Astorga Félix López Amat de 1823-25. Curiosidades sin cuento que van apareciendo en las cuidadas estanterías de este museo de la Biblia como una edición príncipe de la Biblia Hebrea, “escrita, dice Elena, en griego, latín, catalán, vascuence, portugués, gallego y bable, la única en este dialecto”.

Fin del capítulo (III). Resta, finalmente, el capítulo: UNA VIDA DEDICADA AL ESTUDIO (y IV).

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DON AUDELINO GONZ�LEZ VILLA: VETERINARIO DE LA POLA, ESTUDIOSO DE LAS SAGRADAS ESCRITURAS, Y GRAN COLECCIONISTA DE BIBLIAS (y IV)

UNA VIDA CONSAGRADA AL ESTUDIO. “Como todos los niños comencé coleccionando algunos libros infantiles –señalaba Audelino González a DIARIO DE LEÓN en 1981- pero la verdadera afición surgió cuando con ocasión de mi primer bautismo el Pastor que me bautizó me regaló un Nuevo Testamento católico en la versión de P. Scio de San Miguel. A partir de entonces comencé a interesarme por estos temas, comprobando, después de la lectura tanto de las Biblias católicas como las de otras religiones que sustancialmente, no existen grandes diferencias entre ellas y que encierran un mundo sugerente para todos aquellos que se quieran acercar a un conocimiento más profundo de sus contenidos”.

”Son sus hijas Lydia y Elena quienes mantienen una viva memoria de su padre relatando hasta los más mínimos detalles de una vida consagrada al estudio y al servicio a los demás. “Mi padre y mi madre, dice una de ellas, se conocieron con motivo de una fiesta de Navidad en la que mi madre Abigail Vidal Somoza, leía unas poesías. Mi padre quedó prendado de ella y mantuvieron un noviazgo de siete años hasta que el 28 de abril de 1927 se casaron en el Consistorio leonés por lo civil, en una boda ensombrecida por la tremenda oposición de la familia de Audelino, toda ella muy católica que no aceptan por nada del mundo su conversión al protestantismo, incluso recurrieron a una añagaza como la que el mismo día de su boda un tío de mi padre se presentó para decirle que su madre se estaba muriendo. Audelino convencido de que era sólo una artimaña para interrumpir la boda, como posteriormente se comprobó, siguió la ceremonia con la angustia correspondiente”.

”Pero la vida para el matrimonio González-Vidal no sería fácil a partir de entonces. Se instalan en Quiroga (Lugo), donde Audelino ejerce como veterinario y en julio se trasladan a Fuentes de Ropel (Zamora) donde nacen Rodolfo, Ernesto, Elena y Alfredo. Las circunstancias profesionales hacen que la familia tenga que volver a trasladarse a Benavente, donde Audelino adquiere renombre como profesional de prestigio. Durante el tiempo transcurrido las relaciones con la familia del ilustre veterinario se fueron suavizando y los abuelos viajan al Puente de Villarante con el fin de que conozcan a su nuera y a cuatro nietos.

”Pero la felicidad no dura demasiado porque en julio de 1936 estalla el Movimiento Nacional (sic). El 24 de agosto Audelino es detenido permaneciendo en prisión varios meses. En vista de lo cual su esposa Abigail visita al Gobernador Civil para interesarse por el paradero de su esposo. La recibe el secretario y le insta a que espere a recibir noticias. Sin embargo, Abigail no permanece quieta y visita al Gobernador Militar quien la vuelve a enviar al Civil pero ahora en nombre suyo. “A las cinco de la tarde del día siguiente, recuerda Lydia, mi madre es recibida por el gobernador que decide liberarlo, como sucedió, en la víspera de Reyes de 1937”.

”Siguen años difíciles porque las cuentas bancarias fueron intervenidas y en Vigo, a donde se desplazan al ser puesto en libertad, sus hermanos evangélicos le ayudan al igual que sus familiares. Muere su hijo Ernesto con ocho años lo que significa un gran golpe para la familia pues era un niño muy alegre y querido. Una hermana de Audelino le invita a ir a Valladolid como encargado de su fábrica de harinas, lo que hace de inmediato permaneciendo allí hasta que definitivamente se trasladan a León donde nace Lydia. En 1951 es rehabilitado en su profesión y la ejerce con la pericia de antaño en POLA DE GORDÓN [las mayúsculas son mías], lo que significó el poder alimentar sin penuria a su numerosa familia hasta su muerte acaecida el 4 de noviembre de 1984. Abigail permanece activa guardando la memoria de su amado esposo hasta 1997 que, con 93 años y tras una larga enfermedad en la que la trombosis hizo mella en sus facultades, fallece en León.

”A grandes rasgos, una vida pletórica de actividades, de vicisitudes, penurias y alegrías, pero una vida dedicada como dijimos al comienzo de este artículo –nos dice Nepomuceno- al servicio de los demás y a llevar el libro sagrado a cuantos deseaban conocer un poco más la palabra de Dios. Su rico y extenso legado bibliográfico ha permanecido unido como él deseaba porque “para que permanezca unido, dijo en cierta ocasión, debe ser de todos y de ninguno”, sin embargo para sus hijos no deja de ser un problema el custodiarlo como merece y estudian la forma de que permaneciendo unida pueda ser consultada por estudiosos y eruditos de las sagradas escrituras que allí pueden encontrar tesoros ocultos inimaginables. Su legado a un museo, como era el deseo de su creador Audelino, de momento no parece viable pues los herederos desean exhibirla como vienen haciendo y continuar incrementándola en la medida de sus posibilidades para que la labor infatigable comenzada por Audelino González hace ochenta años no quede sepultada en el olvido o en la disgregación que sería sinónimo de destrucción y pérdida irreversible de una joya bibliografía en su género”.

Fin