Comarca de Gordón

[Yosco]

La bruja de Poladura de La Tercia y la jana.


Aunque es una leyenda de la comarca vecina de La Tercia, quiero transcribirla aquí por su belleza y porque -como no podía ser de otro modo- guarda un gran paralelismo con las leyendas gordonesas en las que las janas, las fuentes y los tesoros son protagonistas.

La leyenda está recogida de la revista Gordón Comarcal (nº 8, año II, 1984) de un artículo de viajes escrito por Matías Díez Alonso que, según reza en la firma del artículo, se dedicaba a la Enseñanza en aquella época, siendo director del Colegio Público de E.G.B. Quevedo, en León.



No obstante, también hay que aposentar como un alto en el camino en Poladura de la Tercia, con ánimo de conocer la ubicación legendaria de la Fuente de las Brujas. Poladura aún ofrece muestras de alguna palloza con techo de cuelmo de centeno y, efectivamente, flotan en el ambiente esos aires embrujados en encanto y belleza.

A la derecha del pueblo se destaca majestuoso un altozano calizo, que da origen a la estrofa del encantamiento:

Del castillo al Castellón,
a las tierras del Hurón,
a la campa de la Pría,
a la fuente Ana María,
hay un tesoro envuelto
en la piel de un buey pinto
y en la capa de un señor,
que vale más doblas de oro
que la ciudad de León.

Se atraviesa el poblamiento por el camino que pasa a la vera de la iglesia, y desplazándose como un kilómetro en dirección a la montaña se llega a una garganta caliza, donde al lado del camino han establecido el cerramiento peñascoso de un redil merinero.

En el arroyuelo de la garganta han practicado la toma de aguas para la aldea, con una pequeña construcción de caseta. Allí existía la fuente que llamaban Ana María, y en la legendaria la fuente de las brujas.

En esta fuente, con un profundo pozo anejo, vivía encantada una jana montañesa, condenada a no poder salir del pozo sino era izada con un hilo de lana. Así la bruja del pueblo se llegó a la fuente y lanzó a la jana un ovillo de lana, desdevanando su torcida hasta llegar al fondo para que la jana se atara a él y pudiera ser izada.

Cuando la jana llegaba al brocal del pozo, la bruja le quiso hacer prometer que se casaría con su hijo, que era un mozarrón despreciado por las mozas por su zafiedad y por ser hijo de la bruja.

La jana no quiso prometer su mano para el mozarrón, y la bruja contrariada y enfadada, cortó el hilo y la jana volvió a caer al pozo para siempre.

Allí está la jana, bellísima, como son las mozas de esta tierra montañesa; y allí está esperando al guapo mozo argollano que la ize con el hilo de lana que la bruja cortó, para que la requiebre de amores. La jana le entregaría el encanto de su belleza y el tesoro que tiene de dos escudillas de oro fabricadas con el molde de sus bellos senos.

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