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La Nada

 
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Villarín



Registrado: 13 Abr 2007
Mensajes: 449

MensajePublicado: Mie May 02, 2007 1:38 pm    Título del mensaje: La Nada Responder citando

LA NADA

Si mucho me alegro de vivir,
Si no me quejo de la vida real,
Base de mi felicidad y goce del alma,
¿Por qué al destierro oscuro he de partir un día?

En la Nada, nada se aprende de nada.
Allí no hay tesoros de amor infinito.
Allí nadie da besos todopoderosos.
Allí nadie devuelve los abrazos.
Allí nadie sobrevive a la rutina establecida.
Ni existe el frondoso árbol, ni la lira, ni la memoria del viento.
Allí no existe ni un momento de gran emoción, ni un horizonte azul.
¡Ni nos llama la vida cuando el amor fluye entre los juncos!

Sólo hay aparcamiento del olvido.
Sólo larga noche sin ecos.
Sólo radical sequía y aridez.
Sólo persistencia invencible.
Sólo quietud imperfecta.
Sólo sombra y ruina.
Y putrefacta destrucción.

Sí, la muerte es ley inderogable.
Según muestra la simple observación de los hechos.
Por ello no tengo derecho a ser demasiado exigente.
Mas ¿quién puede sin quejarse soportar el triunfo de esa idea?
¿No es un golpe demasiado duro?

¡Ay, los prodigiosos días de vida!
Yo sólo vi vivir. Yo sólo sé vivir.
Y no quiero ser únicamente un muerto de arremolinado polvo.
Y no quiero que me tape el peso del vacuo insolente destino.
Y no quiero palidecer bajo la severa quietud del ladrillo entoldado.
Y no quiero ser prisionero del altivo mármol veteado de negro sol.
Peligroso naufragio es ese, de ajado frío, sepultado en la mortal tiniebla.
¿De qué me sirve a mí pudrirme flanqueado de lujoso abismo?
¿De qué me vale a mí alejarme del sonoro galope del pulso vital?

Mis miras son más amplias, van más lejos.
Sí, yo buscaré vivir la terapéutica celeste eternidad.
Aunque haya de seguir un sendero solitario de camino largo.
Aunque envejezca la fatiga y pare el viento sus suaves alas.
Aunque se eche encima la noche, yo seguiré y seguiré en mi sueño.
Sin desandar esa senda de incierta aventura, sin rendirme nunca.
Natural deseo de que no muera todo, con los devastados trazos últimos.
¡Fuera la Nada de mi vida!

Villarín


Ultima edición por Villarín el Jue May 15, 2008 6:32 pm; editado 1 vez
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Yosco



Registrado: 14 Abr 2007
Mensajes: 2225
Ubicación: Leioa (Vizcaya)

MensajePublicado: Mie May 02, 2007 6:19 pm    Título del mensaje: Responder citando

La Nada.

Este poema nació al hilo de unas discusiones filosófico-religiosas con un amigo tuyo, Villarín, según se puede leer en el foro anterior. Las reflexiones que en torno a la cuestión de la fe, el agnosticismo y el ateismo hacías en aquellas disertaciones, me parecieron oportunas, interesantes y una ocasión inmejorable para detenerse a pensar sobre cuestiones profundas que dejamos, habitualmente, aparcadas en el área de las creencias personales y, por tanto, intocables e incuestionables.

Aún manteniendo actitudes diferentes a las esgrimidas en tus escritos, pues creo coincidir más con el planteamiento agnóstico de tu amigo, encuentro en tus palabras un anhelo de trascendencia que vives y haces vivir de forma positiva, que ayuda a mirar la vida y el horizonte de la misma, la finitud de la infinita muerte, con cierto optimismo. Esa seducción por la vida eterna, la vida del espíritu, la pervivencia del padre en la memoria, la de todos los seres amados, es digna de tener en consideración y es causa de felicidad. Mi convencimiento de que la vida es, en términos termodinámicos, la pura organización de los organismos para trabajar, actuar y producir, me hace concebir la muerte como el logro de un equilibrio con el resto de la Naturaleza, al cesar la actividad creadora. Si la vida es producción de trabajo, la muerte es el fin de esa actividad al que le sigue la nada como expresión de la incapacidad orgánica y funcional de crear tensión o desequilibrio con el entorno. Es el equilibrio perfecto.

Pensando sobre estas cuestiones se me ocurre la idea de que si Dios tuviera la desgracia de existir, tendría la infinita desgracia de la soledad y el aburrimiento, pues a nada podría ponerle término o fin, es decir, estaría condenado a no morir, a trabajar sin descanso y sin sentido. ¿Tal vez es por eso que se ha inventado el mito del Dios hecho hombre para experimentar el sentido pleno de la vida que es el morir? Me parece que una persona creyente no puede tolerar ese dolor del Dios inmortal y es por eso que los humanos lo sacrificaron.

Bueno, amigo Villarín, hechas estas disertaciones, quería decirte que los textos que anteceden a tu poema La Nada, son de gran interés y que sería, tal vez, interesante tenerlos aquí.
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Villarín



Registrado: 13 Abr 2007
Mensajes: 449

MensajePublicado: Mie May 02, 2007 8:36 pm    Título del mensaje: Responder citando

Como exordio al poema "La Nada", el viernes 24 de noviembre de 2006, escribí lo que sigue, a saber:

Luego de presentar mi poema “Oración de amanecidaâ€, (que, por solicitud, ha sido exportado a otros colectivos extramuros de este Foro) he recibido correspondencia al respecto del mismo; una de esas misivas me llegó a la antigua usanza: carta a través de la estafeta de correos. Esa epístola tiene la sensibilidad, la delicadeza y la finura moral de un ateo. Me gustan los ateos que ni imponen su fe ni la disimulan. En dicha carta, el remitente, amigo mío, y con ancestros oriundos de Folledo, me cuenta que el poema aludido le parece maravilloso (sic) y, en resumen de ideas y en palabras mías, que, sin embargo, la esperanza de fe mostrada en él, por mí, es totalmente vana, pues, a su ver, la razón y la ciencia acreditan lo infundado de mi fe trascendente y, añade, en contraposición al lema que aparece en el frontispicio de aquel poema, a saber: “La Nada, no es suficiente Logos†que, para él, “la Nada, es suficienteâ€, porque es lo que hay definitivamente, y significa simplemente el adiós a un mundo que nadie volverá a vivir. Asimismo, me dice que, antaño, en conversaciones entre ambos, yo mismo sostuve con profusión de argumentos filosóficos y algunos datos científicos, que no existe un mundo trascendente, y que argüía, como corolario de mi exposición y con fraseología Heideggeriana, que somos para la muerte y que ese es nuestro verdadero destino último.

También me recuerda –pero esto ya va más allá de lo que aquí pretendo denotar- que aduje, en aquellas largas conversaciones, la irracionalidad de los dogmas de la Iglesia y que ésta, como institución, debía pasar por la colada de la historia, para limpiar sus pecados, porque siendo muy católica, era muy poco cristiana, al haber desvirtuado los valores del Evangelio. Acaso dije eso y más; pues es cierto que, a veces, me he movido en lucha, escindido, entre la fe cristiana y el agnosticismo, sin llegar nunca al ateismo. En todo caso, mi alma es verdaderamente religiosa, y la piedad dulce, sencilla y pura me ha llegado siempre hasta el fondo del corazón. Quizá pueda yo caminar con la razón a solas, huérfano de padres celestiales, al saber que la verdad es la correspondencia con los hechos; mas también conozco que hay túneles oscuros para la razón y que, por tanto, ésta es insuficiente para comprender el todo de nada. La verdad, como decía Demócrito: “yace sumida en lo profundoâ€; y Sócrates, según Jenofonte nos cuenta en Memorabilia, distinguía en los fenómenos, aquellos al alcance del estudio del hombre y aquellos otros que se han reservado los dioses, y execraba de que Anaxágoras quisiera explicarlo todo racionalmente.

Y he aquí la cuestión axial de mi posición hoy, que confieso, en la plaza pública: Soy un misionero de mi propia autonomía espiritual, y creo en las cosas que son necesarias a la mente humana. Al cabo, se trata de que necesito, ante lo irremediable, alguna capacidad de escapatoria trascendente para tonificar mis ilusiones ontológicas; de un lado, afirmando la vida como supremo gozo hasta la muerte, donde todos haremos pie y, de otro, dejándome desbordar por lo que necesita mi corazón, y para eso pongo lo bueno e imperecedero en la jerarquía del Ser, en su cúspide, para no anhelar sin finalidad, ni caer en la cruda filosofía trágica, que desdeña toda ilusión moral o metafísica, como un deseo fantasmagórico. No quiero ser sólo un hombre falleciente condecorado de finitud histórica. Necesito más; necesito paisajes interiores de esperanza, aunque me engañe al pintarlos. No me importa ser un asno cargado de sueños imposibles. Mientras tanto, amaré a Jesús de Nazareth, en cualquier circunstancia; su Evangelio es mi moral.

Ahora bien, todo esto requiere una reflexión más amplía, que excede del objeto de este Foro. Cuanto queda dicho, empero, me ha inspirado el sencillo poema que ahora presento: “La Nadaâ€, en el que alego -una vez más- que, para mí, “la Nada, no es suficienteâ€, al contrario de la respetabilísima tesis sostenida por mi amigo, que ya no sigue en las creencias –para no engañarse, me dice- que en otros tiempos amó; ahora ama la soledad, de la que es especialista, y sigue conservando un corazón bondadoso, grande y noble.


Villarín
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