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Yosco

Registrado: 14 Abr 2007 Mensajes: 2218 Ubicación: Leioa (Vizcaya)
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Publicado: Lun Ene 04, 2016 12:54 am Título del mensaje: La Vieja del monte |
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El 31 de enero de 2009 ya dejé noticia de este personaje y la importancia que tiene, junto con el Ramo leonés de Navidad, para el sentimiento leonesista y la realidad cultural de un pueblo entregado al olvido. Hoy vuelvo con esta otra noticia.
En todas las escuelas del viejo reino debería organizarse la llegada de la Vieja del Monte en Navidad. Traería los regalos a los niños, se pasearía por el pueblo junto con el Ramo leonés, se cantarían canciones, la de la Vieja del Monte junto con las coplas del Ramo, etc. ¿Se puede hacer? ¡Pues claro que sí! Ejemplos de cómo se recuperan, extienden y enraízan estas historias y costumbres las tenemos muy cerca con el "Caga tió" catalán y el "Olentzero" vasco. Sin complejos.
NADAL NU PAIS LLIONÉS:....."LA VIEYA´L MONTI"
La bruja buena de los montes leoneses
La vieja, ‘la güela’ o ‘la vieya’ es un personaje benévolo de la mitología leonesa que daba alimentos a los pastores para que se los llevaran a los más pequeños de la casa. Una especie de ‘Papá Noel’ o de ‘Olentzero’ femenino y muy nuestro.
Hay un conjunto de personajes mitológicos que aún hoy gozan de vitalidad, es decir, que cuentan todavía con una legión de creyentes que asumen sin problema alguno su existencia real. Lo hemos podido comprobar recientemente cuando unos entes míticos y bonachones que viven en lejanas tierras han traído a nuestros niños regalos en un momento concreto del año, y todo gracias a la intermediación cariñosa de padres y familiares. Nos estamos refiriendo a los Reyes Magos, que vienen de Oriente, a Papá Noel, que vive en el Polo Norte, al Olentzero de la tradición vasca y navarra, viejo carbonero que baja del monte para anunciar la Navidad con regalos para los más jóvenes, al tronco de Navidad de las tradiciones catalana (tió) y aragonesa (tronca), que es un leño humanizado que golpean los niños y reparte regalos también en Navidad, o a la figura de la Befana de las tierras italianas que aparece en la víspera del día de Reyes para distribuir presentes entre la infancia.
En la tradición leonesa también encontramos un personaje bondadoso que vive apartado de la sociedad pero que siempre se acuerda de los niños, a los que envía pequeños obsequios a través de sus padres: es la Vieja del Monte, entidad legendaria, genuinamente leonesa, bien estudiada por José Luis Puerto. La Vieja del Monte es la denominación más generalizada de este mito que se extiende por todo el norte montañoso de León, aunque a veces tiene nombres locales como el de la Güela, en Candanedo de Fenar (municipio de La Robla), entre otros. Casi siempre se presenta como una panadera que vive en una peña o cueva en el monte y que tiene una cueva anexa a su morada que utiliza como horno; es en él donde amasa pan para los niños de los pueblos cercanos y a quienes se lo envía a través de padres y familiares a la vuelta de su jornada en el campo.
Este pequeño rito de dar a los niños los restos del almuerzo o merienda que los labradores y pastores llevaban al campo es denominado en algunas zonas leonesas pan de paxarines o pan de pajarines, o pan de raposa. Algunas tradiciones sobre este personaje, por ejemplo, las que se cuentan en Salamón (municipio de Crémenes), nos indican que se trata de un ser amable con quienes se aproximan a su lugar de habitación y que conoce muy bien la naturaleza y a todos los animales y plantas, e incluso es frecuente encontrar herbívoros salvajes pastando cerca de ella sin miedo. Y en el desaparecido pueblo de Lodares los rapaces esperaban con ansia la llegada de los mayores por la noche, y los recibían con preguntas del tipo: «¿Qué nos trajo la Vieja?», quedando maravillados al ver los trozos de pan, queso o embutido que les había dado la señora para ellos.
Este entrañable mito tiene además un interés notable; de hecho quizá sea la figura mitológica leonesa de orígenes más remotos, pues destacados lingüistas europeos como Gerhard Rohlfs o Mario Alinei han estudiado en las lenguas y folclores de toda Europa la existencia de un antiguo mito común a casi todo el continente que se muestra de múltiples formas y que remite siempre a una Magna Mater benefactora y señora de la naturaleza que es imaginada en las culturas populares europeas como una mujer vieja. Una de las figuraciones de esta deidad ancestral es el arco iris que se vincula a este ente en varias lenguas de Europa, como la leonesa, en la que este fenómeno meteorológico es designado como arcu la vieya (arco de la vieja) o cinta la vieya (cinturón de la vieja, en la variedad leonesa de Sanabria) He aquí, pues, el conjunto de características de la Vieja leonesa: vive en la montaña, se manifiesta en el cielo como el arco iris, es hilandera y se relaciona también con la luna, configurándose como un un personaje legendario que hunde sus raíces en estratos culturales antiquísimos pero cuyo recuerdo se ha conservado como un tesoro en la tradición de la sociedad rural leonesa hasta nuestros días.
NICOLÁS BARTOLOMÉ PÉREZ/ EMILIO GANCEDO
Enlace de referencia: LA VIEJA DEL MONTE, UNA TRADICIÓN LEONESA
. _________________ Bitácora LUCERNARIOS:
Acerca de la luz por la poesía.
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Yosco

Registrado: 14 Abr 2007 Mensajes: 2218 Ubicación: Leioa (Vizcaya)
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Publicado: Lun Ene 01, 2018 4:51 pm Título del mensaje: |
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"La Vieya'lmonte" goza de buena salud y viene a ocupar un lugar en las fiestas navideñas junto al "Ramu lliunés de Navidad".
En este sentido se desenvuelve el artículo del Dirario de León:
El regreso de la Vieja del monte
e. gancedo | león
Aunque algunos no lo sepan, existe una verdadera panoplia de ‘santa claus locales’ dedicados a hacer soñar, con su ilimitada promesa de regalos, a la infancia de los diferentes territorios peninsulares. De entre todas estas figuras bienhechoras, leyendas más o menos forzadas a cumplir su amable misión navideña, quizá la más conocida sea la del Olentzero vasco, ese carbonero apacible ataviado de chapela y blusa de tratante, la cara siempre tiznada de negro, que tira de pipa y que en Navidad acostumbra a bajar del monte dispuesto a agasajar a la chiquillería. Pero en otros lugares existen más criaturas que rivalizan con los mediterráneos Reyes Magos y con el europeo y casi universal Papá Noel a la hora de ocupar los anhelos navideños de los pequeños. Por ejemplo, en Cantabria está cobrando gran auge el Esteru, muy parecido a su primo vasco aunque en este caso su oficio sea el de leñador, y otro tanto ocurre en Galicia con el Apalpador: un carbonero montisco que en Nochebuena y Nochevieja acude a tocar el vientre de los niños para comprobar si han comido suficientemente durante el año y para dejarles, si hace el caso, castañas, chucherías o regalos. El personaje se parece al Tientapanzas de Écija, pero hay otros creados directamente de cero, como el Anguleru asturiano.
En León, al puesto viene aspirando con fuerza, desde hace unos años, la Vieja del Monte (o Vieya, o Viecha, según el valle), reconversión navideña de un antiguo motivo montañés, muy relacionado con el ‘pan de pajarines’ de otras comarcas, que por sorprendente que parezca muy pocos etnógrafos había abordado hasta fechas recientes, últimamente recuperado por asociaciones y colectivos para un uso navideño que originalmente no tenía: cuentacuentos, talleres, muñecas, libros infantiles y hasta una cabalgata —se celebró hace unos días en Trobajo del Camino— son buena prueba de este peculiar renacimiento. Hasta TVE, en su programa Aquí la tierra, viajó recientemente a Riaño para entevistarla.
Quien sí ha estudiado a fondo el personaje es el investigador Nicolás Bartolomé Pérez, autor de libros como Filandón, sobre literatura popular leonesa, o Mitoloxía Popular del Reinu de Llión. Para él, el empleo de esta figura legendaria le parece «bastante sorprendente» porque «nada tiene que ver con la Navidad». «La Vieja del Monte, aunque ese solo es uno de sus nombres, es según la tradición oral un personaje fantástico que vive en el monte, se vincula a cuevas y peñas, y se asocia al sencillo ritual que realizaban los padres con sus hijos, a quienes entregaban los restos de la merienda al volver a casa, diciéndoles que se los había dado esta anciana imaginaria», explica, y es categórico al afirmar que acomodar esta entidad mitológica «a los hábitos consumistas de estas fechas en clave identitaria desvirtúa el mito hasta deformarlo por completo».
Proceso repetido
Preguntado por si estos usos son hasta cierto punto inevitables en las sociedades actuales, responde Pérez que la reinvención de la tradición «es un proceso constante y este caso es un ejemplo muy reciente: de manera consciente se reutiliza un mito ancestral originario del norte leonés con unas coordenadas temporales y en un contexto urbano radicalmente diferentes del entorno cultural rural donde se han registrado las narraciones orales sobre él —reflexiona el escritor—. Que esta moderna visión fabricada del mito leonés perviva dependerá del valor que le otorgue la gente. En definitiva, es la colectividad quien asume como propios ciertos mitos y ciertos símbolos o los descarta sin remedio».
A propósito del Olentzero euskaldún y de otros espíritus similares, Nicolás Bartolomé Pérez dice que sirven «como una especie de contrapeso local a figuras globales (Papá Noel) o tradicionales españolas (los Reyes Magos)». «No hay que perder de vista que el modelo original de este proceso de popularización navideña de personajes legendarios autóctonos partió del nacionalismo vasco, que en los años ochenta del pasado siglo rediseñó la figura de una especie de hombre del saco vasco-navarro llamado Olentzero, un carbonero al que se imaginaba bajando del monte a finales de cada año y que servía de excusa para que la mocedad realizara una cuestación y una merienda», cuenta el también autor de obras divulgativas y educativas sobre la lengua leonesa. Y remata: «El éxito del experimento llevó a que en otras regiones se impulsaran en las décadas siguientes constructos parecidos echando mano de los mitos locales o directamente inventando personajes. Un eco de ese proceso identitario reactivo ante la globalización navideña es el que estamos viviendo en León con la nueva Vieja del Monte».
Por su parte, José Luis Puerto, veterano poeta, investigador, etnógrafo y profesor, padre de la monumental Leyendas de tradición oral en la provincia de León, recuerda que, personalmente, tuvo la «suerte» de recoger ese motivo legendario en un pueblo babiano, y de una mujer de casi cien años, cuando estaba recopilando material. «El sentido de la Vieja del Monte, que en otras áreas leonesas se conoce como ‘pan de los pajarines’, es que, cuando los hombres de la familia se pasaban el día trabajando en el campo, llevaban merienda, y al volver al atardecer a casa con las sobras, les decían a los niños: ‘Toma, esto me lo ha dado para ti la vieja del monte’. Por ello se decía que era panadera y que vivía en una gruta donde cocía el pan». Continúa Puerto desgranando el mito: «En otras zonas de la provincia, cuando volvían a casa los hombres de la familia (el padre, el abuelo, los tíos), les daban a los niños el mendrugo de pan sobrante de la merienda, diciéndoles: ‘Toma, pan de los pajarines’, ya que, en ese caso, los donantes eran los pájaros del campo, una tradición franciscana». Para él, estamos «ante una suerte de bruja buena, o, mejor, de antítesis de la bruja». El experto se muestra, asimismo, crítico con su reformulación actual: «Me parece signo de ignorancia, pues se utiliza su significación de un modo desviado y un tanto torticero».
Y mientras tanto, la Vieja sigue en su cueva, el manteo ajustado y las madreñas bien calzadas. _________________ Bitácora LUCERNARIOS:
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